lunes, 31 de marzo de 2008

"Cuando nadie me mira" de Alberto Clavería

Perdóname si bajo rebotando
de las montañas,
es porque en mi cueva
jamás cupieron las lámparas de araña.
Además, le he robado los colores
a un cielo que ya está gris,
espero que no se note
a la hora de repartir el botín.

Nadie dijo nunca que fuera conveniente
el beber de la abotargada copa del altar mayor,
pero es el consuelo que queda
si me niegas con la cabeza y aplaudes con el corazón.

Alberto Clavería

"Encomio a una tía de la hostia" de Charles Bukowski



algunos perros duermen por la noche
deben de soñar con huesos
y yo recuerdo tus huesos
en carne
y sobre todo
con aquel vestido verde oscuro
y aquellos lustrosos zapatos negros
de tacón alto,
siempre maldecías cuando estabas
borracha,
con el pelo sobre la cara
querías huir con un estallido de
aquello que te retenía:
recuerdos asquerosos de un
asqueroso
pasado, y
por fin huiste
al morir,
dejándome con el
asqueroso
presente
llevas muerta
28 años
y sin embargo te recuerdo
mejor que a cualquiera de
las demás;
fuiste la única
que entendía
la futilidad de la
vida:
todas las demás estaban molestas
únicamente con
segmentos triviales,
se quejaban
sin ton ni son de
cosas absurdas;
Jane, lo que
te mató fue
saber demasiado.
brindo aquí
por tus huesos
con
los que este perro
aún
sueña.

Charles Bukowski

Paseando por el siempre recomendable Blog de David González me he encontrado con este poema del bueno de Buk que me ha noqueado.

"A la orilla de la chimenea" de Joaquín Sabina



Puedo ponerme cursi y decir
que tus labios me saben igual que los labios
que beso en mis sueños,
puedo ponerme triste y decir
que me basta con ser tu enemigo, tu todo,
tu esclavo, tu fiebre, tu dueño.

Y si quieres tambien
puedo ser tu estación y tu tren,
tu mal y tu bien,
tu pan y tu vino,
tu pecado, tu dios, tu asesino…

O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.

Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor,
que me falta valor para atarte a mi cama,
puedo ponerme digno y decir
“toma mi dirección cuando te hartes de amores
baratos de un rato… me llamas”.

Y si quieres también
puedo ser tu trapecio y tu red,
tu adiós y tu “ven”,
tu manta y tu frío,
tu resaca, tu lunes, tu hastío…

O tal vez ese viento
que te arranca del aburrimiento
y te deja abrazada a una duda,
en mitad de la calle y desnuda.

Y si quieres también
puedo ser tu abogado y tu juez,
tu miedo y tu fe
tu noche y tu dia.

Tu rencor, tu por qué, tu agonía…
o tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.

Joaquín Sabina

domingo, 30 de marzo de 2008

"Todos me dicen" de Ramón Romero Ruiz



Me contó la mañana que estaba loco por ti, que mi vida ya no me importaba;
mediodía me tranquilizó y me dijo que ya te vería,
me sacó un poco de mi locura,
me apegó un rato más a la vida.
Todos me dicen.
La tarde no me dijo nada,
ni siquiera me miró a la cara,
la noche me meció y susurrando me dijo:
(todos me dicen, pero yo sigo sin estar a tu lado)
"tranquilo, mañana te cegará el sol".
Todos me dicen.

Ramón Romero Ruiz

"La silueta rota" de Alberto Clavería



Si te sientes como esa arena
que se amontona a la vera del camino,
si prefieres la muerte de pena
a la pena de muerte,
si rompieras un espejo ya partido
para invocar siete años de mala suerte,
sabrías de donde vengo
y no te sorprenderá nada de lo que te cuente.

Peor para ti, tú te lo pierdes
si decido echarme al monte
a despojarme de mis liendres,
a batirme el cobre.
Y ahora que no nos vemos,
me dedico a mirar al sol,
que más dará quedarse ciego
si con ello logro esquivar la sinrazón.

Envíame alguna postal
contando que todo te va bien,
guardándote las lágrimas que por mí solías llorar
para alguien que no te quiere querer.
Con el carmín corrido
pídeme una noche de verano,
no es culpa mía tener la silueta rota de haber tosido
y encontrarme un pegote de sangre en la mano.

Y en las madrugadas en que todo se me hace tan cuesta arriba
que casi pienso en echarme y dejarme rodar,
huyen de ti las heridas y nada me parece vida
si no amanezco en la barra de un bar.
Cada vez que dices que quizás lo merezca
me entra la risa,
será que aún no he hecho la cuenta
de las noches en que te hacías la huidiza.

Alberto Clavería

sábado, 29 de marzo de 2008

"Donde quiera que estés" de Joan Manuel Serrat



Donde quiera que estés,
te gustará saber
que por flaca que fuese la vereda
no malvendí tu pañuelo de seda
por un trozo de pan.
Y que jamás,
por mas cansado que
estuviese, abandoné
tu recuerdo a la orilla del camino,
y por fría que fuera mi noche triste,
no eché al fuego ni uno solo
de los besos que me diste.
Por ti brilló mi sol un día
y cuando pienso en ti brilla de nuevo
sin que lo empañe la melancolía
de los fugaces amores eternos.
Donde quiera que estés,
te gustará saber
que te pude olvidar y no he querido,
y por fría que sea mi noche triste
no eché al fuego ni uno solo
de los besos que me diste.
Dondequiera que estés…
si te acuerdas de mí.

Joan Manuel Serrat

"Romance del torero" de Alberto Clavería



Ahí a lo lejos se calzan ya las botas
para no pensar, para no cagarla,
se ve que están cansados de beber de botellas rotas
y olvidarse las palabras.
Luego se miran a los ojos,
como corderos que acabarán degollados,
y entonces descorren los cerrojos
para enfrentarse a la arena y al coso embarrado.

Lo mejor es verles pelear,
de sol a sol y sin mirar al tendido
mientras escuchan a los espectadores menear
el hielo de sus vasos de cristal fino.
Es el momento de escupir y seguir sudando
enfrentándose a la bestia que un día acabará
por conocer el sabor de la sangre matando
y embistiendo aquello que ha de perdurar.

Alberto Clavería

martes, 25 de marzo de 2008

"Romance de la colada triste" de Alberto Clavería



Fue ayer cuando vendí mis acciones
a cambio de dos cigarros
-que luego acabaron en los cajones
debatiendo mis miserias, castigados.
Qué claras paredes!
habrá que ensuciarlas con el agua revuelta
que sobró de blanquear los papeles
cuando los tendimos en una cuerda.

Me condené a limpiar los manteles
cuando nacía el día y me negabas tú,
y sentía que cada letra que te daba
era un clavo más en mi propio ataúd.
Asomé mi cabeza por la orilla del colchón
intentando negar la ropa sucia
para no remojarla en jabón
ni sacarla chorreando de agua turbia.

De qué sirve todo esto si
por la noche llueve furibundamente
y sin mirarnos a los ojos tenemos que repetir
todo el proceso a cara perro, la primera en la frente.
Pero luego, al doblar la ropa,
con la lluvia seca a nuestros pies,
abres una herida para abrir otra
besándome como si no existiera el ayer.


Alberto Clavería.

Fotografía de Germán Sancho.


"Yo no quiero" de Eva Vaz



Yo no quiero que sufras
lo que yo sufro.
Yo quiero que sufras
más.
Yo te quiero más roto
que yo.
Más desguazado
que yo.
Yo quiero que el dolor
te destroce el esternón.
Que tengas que luchar
a todas horas
por sobrevivir sin ganas.
Que no soportes
ser el hombre más miserable
del mundo
por quererme a tu lado.

Yo ya lo sufro.

No quiero que me odies.
Odiando se hace más fácil
la ausencia.

Yo quiero que sufras
lo que yo sufro.
Yo quiero que te asfixies con tu llanto,
que no encuentres paz
en ningún sitio.
Que no soportes el peso
de tu cuerpo
sin mis dedos.
Yo quiero que el miedo
no te deje dormir,
como un dolor insomne.

Yo ya lo sufro.

Yo quiero que sufras
lo que yo sufro.
Yo quiero que vengas,
rogando en silencio,
muerto de miedo, inseguro,
que vuelva contigo.
Que sin mí, tus días
son estertores.
Como mi pésame diario.

Dime que sufres lo que yo sufro.

Y dímelo llorando.

Eva Vaz

lunes, 24 de marzo de 2008

Un poema de Alberto Clavería



A la larga
yo solo pido
que en mi último suspiro
se me deje saborear los colores
que nunca supe ver.

"Encuentro" de Federico García Lorca



Ni tú n
i yo estamos
en d
isposición
de encontrarnos.
Tú... por lo que ya sabes.
¡Yo la he querido tanto!
Sigue esa veredita.
En las manos,
tengo los agujeros
de los clavos.
¿No ves cómo me estoy
desangrando?
No mires nunca atrás,
vete despacio
y reza como yo
a San Cayetano,
que ni tú ni yo estamos
en disposición
de encontrarnos.

Federico García Lorca

viernes, 21 de marzo de 2008

"Tregua" de Vicente Muñoz Álvarez




A veces,

justo en medio

de la desesperación y el caos,

cuando todo parece

irrevocable y perdido,

la vida nos concede

una pequeña tregua:


la clave de un poema

los preparativos de un viaje

la llamada de un amigo

la magia de un atardecer.


Días de luz en los que,

sin saber por qué,

se declara el alto al fuego

y todo parece

fluir de nuevo en tu interior.


Aunque en el fondo,

en lo profundo,

se siga escuchando

el fragor de la lucha.


Vicente Muñoz Álvarez

21 de Marzo, Día de la poesía



"... Quién le iba a decir
que al final iba a unir su tripa
con la mía, con un poeta de cañerías,
poeta de mierda, de manos vacías"


Kutxi Romero, Marea.

jueves, 20 de marzo de 2008

"No somos nada" de Alberto Clavería

Una vez, en un funeral
andaba yo fuera de la iglesia,
bien vestido y fumando un cigarrillo.
Resulta que un anciano me debió confundir
con uno de los familiares del difunto,
y empezó a abrazarme y a decir
que en el fondo, no éramos nada.
Al segundo siguiente,
docenas de personas me estaban abordando.

Solo pude agradecer y devolver los abrazos,
musitando que sí,
que efectivamente,
no éramos
nada.

No hay ídolos

Gimme fuel



Gimme fuel
Gimme fire
Gimme that which I desire




"Carta a una condenada" de Alberto Clavería

Corre ya el 25 de octubre,
me dices que te ejecutarán pronto,
que a través de los barrotes solo ves nubes
porque ahora son sombra lo que antes eran ojos.
Manoseo nervioso tu carta
cuando me dices que ya no tienes miedo,
que lo único que quieres es que la puerta se abra
y te lleven por el pasillo con un trote lento.

El caso es que recordaste aquel pueblo sin costa
donde le robábamos horas al reloj,
y te pusiste sentimental y algo mosca
porque sentías en la nuca el calor de aquel sol
y el regusto del tequila en el esternón,
yo me lo tomaba a palo seco
mientras tú hacías el paripé con el limón
y la sal (que acababa siempre en el suelo).

Aún, dices, puedes oler mis cigarrillos
y notarlos bajo los pies cuando los apagabas,
porque quisieras aspirar a dos carrillos
el humo que, moribundo, de ellos emanaba.

Has hecho caldos de todos tus recuerdos
o de lo que mejor recordabas,
para tragártelos luego
mirando con atención cada cucharada.
Y saben amargos, dulces y picantes,
me comentas en cada línea temblorosa,
regada de lágrimas sin titulares
cuando los carceleros hacen la ronda.

"Las flores del mal, XXIV" de Charles Baudelaire



Te adoro como adoro la bóveda nocturna,

¡oh vaso de tristeza, oh grande taciturna!
Y tanto más te amo, cuanto más me reproches,
porque tú sola eres el lujo de mis noches.
Si pudiera añadir aún, irónicamente,
más que hay de mí a los cielos, aunque es irreverente.
Al ataque me lanzo con furores insanos
como sobre un cadáver un coro de gusanos,
y -¡oh mi cruel enemiga, oh mi bestia implacable!-
hasta esa frialdad te hace más adorable.

Charles Baudelaire

miércoles, 19 de marzo de 2008

"Tiras de un hilo, se mueve una marioneta..." de Charles Bukowski




cada hombre debe entender

que todo puede esfumarse muy

deprisa:

el gato, la mujer, el trabajo,

la rueda delantera,

la cama, las paredes, la

habitación; todas nuestras necesidades,

incluido el amor,

descansan sobre fundamentos de arena;

y cualquier causa,

por poca relación que tenga:

la muerte de un chico en Hong Kong

o una ventisca en Omaha...

pueden desencadenar tu ruina.

toda tu porcelana se hace añicos contra el

suelo de la cocina, tu chica entra

y tú estás en medio de

todo, borracho, y pregunta:

dios mío, ¿ qué pasa ?

y tú respondes: no lo sé,

no lo sé...


Charles Bukowski


Este blog ve la luz


C'mon baby light my fire!