La ví
tan sola
allá en su
balcón,
mirando el fuego de
un candil
y esperando...
¡Vete tú a saber
qué esperaba!
A cada paso que se oía en la calle
daba un respingo
como pensando que
llegaba alguien,
luego ya veía que
no era nadie
y entrecerraba otra vez
los ojos.
Yo alcé el cuello
de la chaqueta
para protegerme del frío
y me fui,
quizás para siempre,
pensando que a veces
el número de Romeos
y el número de Julietas
simplemente
no concuerda.
Alberto Clavería
tan sola
allá en su
balcón,
mirando el fuego de
un candil
y esperando...
¡Vete tú a saber
qué esperaba!
A cada paso que se oía en la calle
daba un respingo
como pensando que
llegaba alguien,
luego ya veía que
no era nadie
y entrecerraba otra vez
los ojos.
Yo alcé el cuello
de la chaqueta
para protegerme del frío
y me fui,
quizás para siempre,
pensando que a veces
el número de Romeos
y el número de Julietas
simplemente
no concuerda.
Alberto Clavería