Alberto Clavería
El perdedor se levantó con ganas de pelear
Blog de Alberto Clavería
martes, 6 de septiembre de 2011
"Abuelita ayahuasca", de Alberto Clavería
Alberto Clavería
sábado, 13 de agosto de 2011
"Live for today, gone tomorrow, ahaha", de Alberto Clavería
(Quisiera dar las gracias a los borrachos de mil bares; sin sus observaciones este poema habría quedado cojo)
Ahí está,
el interruptor,
pulsarlo
es muy fácil:
puedes confundirte al atarte los cordones
de los zapatos,
puede que el camarero no te dé
el cambio exacto,
puede que el mechero que compraste ayer
ya no funcione hoy,
puede que se acabe la leche
para el desayuno,
o puede que tu chavala
mire hacia otro lado cuando
la estás besando,
el interruptor está
ahí,
y hace falta poco,
muy muy
poco
para activarlo,
una muela cariada,
una llamada perdida,
un traspiés al salir a la terraza,
son tantos los motivos por los que un hombre
se vuelve loco,
tantos que
acabarías antes
contando las razones
por las que un hombre
sigue
cuerdo.
Alberto Clavería
lunes, 11 de julio de 2011
"Envasado al vacío", de Alberto Clavería
Vi una vez un documental,
en él explicaban
la técnica para
envasar la carne
al vacío.
En un matadero,
después de arrancarla de los huesos de
las reses muertas,
la carne pasa por
diversos procesos químicos
y al final
la cubren con dos plásticos
que se sellan,
una pequeña aguja
absorbe todo el aire del
interior
y deja el cacho de carne
inmaculado
sin una pizca de aire
alrededor
listo para servir.
Hoy me he parado a mirarme el corazón
y me he acordado de ese
documental.
sábado, 9 de julio de 2011
"Los satélites", de Alberto Clavería
Los satélites
Pienso
en cuánto me gustaría
oírte cantar en
la ducha
mientras me estiro en la cama y
enciendo un cigarrillo,
recordando ese sol que da de lleno sobre las
nucas en
la plaza de Callao,
en la gente que espera a la gente
a las puertas del metro y
escuchan música o se suenan
la nariz o
llaman por teléfono
sin pensar realmente en los
asteroides, planetas en danza y
satélites metereológicos
que pululan por ahí arriba…
Apago el cigarrillo, me levanto,
otro día de mierda.
Alberto Clavería
sábado, 14 de noviembre de 2009
Poema + dibujo de Leticia Vera
miércoles, 11 de noviembre de 2009
"Por las solapas", de Alberto Clavería
todo se reduce
a agarrar la vida por las solapas
y decirle “pero tú
tú quién coño te has creído que eres”.
Mi consejo es que lo hagas
cuanto antes
no sea que
te agarre ella a ti primero.
Alberto Clavería
Un poema de Kutxi Romero
miércoles, 7 de octubre de 2009
"Julieta", de Alberto Clavería
tan sola
allá en su
balcón,
mirando el fuego de
un candil
y esperando...
¡Vete tú a saber
qué esperaba!
A cada paso que se oía en la calle
daba un respingo
como pensando que
llegaba alguien,
luego ya veía que
no era nadie
y entrecerraba otra vez
los ojos.
Yo alcé el cuello
de la chaqueta
para protegerme del frío
y me fui,
quizás para siempre,
pensando que a veces
el número de Romeos
y el número de Julietas
simplemente
no concuerda.
Alberto Clavería
"Caballos en el océano", de Boris Slutski
los caballos pueden nadar.
“Slava” –que en ruso quiere decir “Gloria”-
es un nombre difícil de olvidar.
Con tal nombre, un orgulloso barco
se internaba, atrevido, mar adentro.
En la bodega, mil caballos,
estremecido el inocente belfo,
piafaban noche y día: sus miles de herraduras
no traerían esa vez la suerte.
Cuando, muy lejos de la tierra,
la mina abrió en la quilla un gran boquete,
los hombres se subieron a los botes,
los caballos nadaron, simplemente.
No había sitio en las balsas ni en las lanchas:
tan sólo eso podía hacerse.
Como una isla rojiza flotaron en el agua,
una isla a la deriva sobre el mar. Al principio
parecía que el nadar era muy fácil,
creían que el océano era un río.
Pero ¿dónde estaban las márgenes del río?
Casi sin fuerza ya para nadar,
relincharon de pronto, contra aquellos
que los ahogaban en el mar.
Al fin se hundieron, salpicando
el aire de relinchos y de espuma.
Eso fue todo.
... Y mi tristeza
por ellos, los caballos que nunca
galoparán ya más sobre la tierra.
Boris Slutski
jueves, 17 de septiembre de 2009
"La cruz", de Alberto Clavería
la misma moneda
la que paga flores y luego
paga metralletas o
la que cae hoy cara
y mañana cruz,
la misma flor la que dice
lo siento
y la que provoca
alergia,
la misma tinta la que traza
lindas palabras de amor
y más tarde firma
declaraciones de guerra,
el mismo tiempo que
nos da la vida
y nos mata,
las mismas lágrimas
de risa
o de pena,
y la misma llamada de teléfono
que trae buenas noticias
o muy malas.
Pero lo único que siempre
es igual,
lo que nunca jamás
cambia
es la cruz
que uno arrastra en vida
y que finalmente
acaba decorando su tumba.
Alberto Clavería.