Me entero de que aquel chaval de barrio
que escribía poesía como el que dispara una
metralleta
ahora escribe sobre los árboles y sobre “cómo explicar
que he visto el centro del universo
mientras cagaba esta mañana” y la madre
Gaia y el Universo y
demás,
se aficionó a la ayahuasca y al
peyote
etc etc
y su cerebro se balanceó
hasta caer al otro lado
ahora dedica sus poesías o
“creaciones polimórficas”
a su maestro
(en mi barrio
al señor que te da drogas
se le llama de otra manera)
y llama “Abuelita” a la
ayahuasca
(esto me ha matao).
Bien, yo
no soy quién para censurar nada
pero me gustaba más cuando escribía sobre los
flujos vaginales de su novia
y de cómo sus pezones podían ser el paraíso de su
castigo
o de las hormigas que invadían su cocina en
verano.
Puede que lea esto e incluso puede que
se enfade,
pero tío
tus pies antes anclados firmemente
ya no en el suelo
si no directamente en el
infierno
ahora se elevan a muchos demasiados
kilómetros
del planeta.
El mundo perdió un poeta pero
ganó un idiota.
Salió ganando,
qué duda cabe.
Alberto Clavería
Alberto Clavería