viernes, 26 de septiembre de 2008

"Que la nieve ardía", de Alberto Clavería

Te buscaste otro animal que fustigar,
otro hocico frío con orejas para las mentiras,
pero no dejo de pensar que el tiempo pasará
como no dejé de soñar que la nieve ardía.

Las cicatrices asoman por la manga,
es curioso que a veces les dé por brillar.

Los ecos de allende los mares
vienen bailando y esquivando los reflejos,
que desenvainan los sables ante los cobardes
que no fueron más y se quedaron en menos.

De mis manos brotan rosales
de los que se abren camino a base de espinas.

Cuando cambia la luna, el rincón que siempre ignoro
me mira y esgrime una sonrisa
a sabiendas de que sigo sin acabar lo que esbozo
en líneas cada vez más torcidas.

"Sin lo amargo,
lo dulce no es tan dulce".*

Y tú vete por la sombra,
puede que solo seas carne y hueso:
carne para el perro que siempre asoma
y hueso como postre para acabar el cuento.


*Pintada vista en la estación de tren de Celrà.



Alberto Clavería

jueves, 18 de septiembre de 2008

"Hoja superficial", de Alberto Clavería

A nadie le importa que
caigan las hojas en otoño.
Dicen que es normal
y luego las pisotean.

Es como si me pisotearan a mí.

El viento se las lleva,
suelen caer en los desagües
y los atascan.
Bueno, ellas tampoco tienen la culpa.

Es como si me culparan a mí.

Otras tienen diferente suerte
y son recogidas por manos llenas de callos,
que las arrojan a la chimenea
para hacer arder los leños.

Es como si me quemaran a mí.

También están las que consiguen malvivir
entre páginas de libros o
sepultadas entre dos cristales
por los coleccionistas.

Es como si me encerraran a mí.

Anoche perdí el sentido y soñé
que era hoja de árbol.
Por la mañana perdí el sueño y sentí
lo que era despertar.

Es como si una nueva hoja naciera.


Alberto Clavería

"No importa, tranquila", de Germán Sancho


Si pudiera elegir,
querría ser botón.
El de mi camisa blanca.

De abajo arriba; el antepenúltimo
el que tapa tus senos,
el que aún deja entrever tu piel,
el que muestra el colgante que te regalé,
el que cubre lo que me has robado,
el que siente los latidos de tu corazón;

El último botón que abrochas,
el único en que te detienes,
alzas la mirada
y me sonries.

Entonces, me rompes.


Germán Sancho

sábado, 13 de septiembre de 2008

Un poema de Jack Kerouac

El problema de
las modas es que quieres
follarte a las mujeres
con su ropa de moda
pero cuando llega
el momento siempre
se la quitan para
que no
se arrugue.


Jack Kerouac

lunes, 8 de septiembre de 2008

"Clemencia", de Alberto Clavería


Del horizonte espero ver llegar las buenas noticias,
cansadas del viaje pero satisfechas,
para que me laven la ropa sucia
si por ello salpicar.

Del aire espero que me cuente la primavera
a la oreja.

En mis manos confío para construir castillos de arena
que resistan los envites del día a día por la mañana
para por la tarde tatuar cálidos mares del Caribe
en hojas blancas de papel.

Al vino nacido en tardes nubladas
me encomiendo para mojar el secarral.

Y al hombre tras las cortinas
le pido que se apiade
y así
abandonarme al hormiguero
de los ojos de la gente del metro,
los de los ojos que no tiemblan.



Fotografía de Solveig Möller.
Poema de Alberto Clavería.

"En el oscuro jardín del manicomio", de Leopoldo María Panero


En el oscuro jardín del manicomio
los locos maldicen a los hombres
las ratas afloran a la Cloaca Superior
buscando el beso de los Dementes.

Un loco tocado de la maldición del cielo
canta humillado en una esquina
sus canciones hablan de ángeles y cosas
que cuestan la vida al ojo humano
la vida se pudre a sus pies como una rosa
y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
una Princesa.

Los ángeles cabalgan a lomos de una tortuga
y el destino de los hombres es arrojar piedras a la rosa.
Mañana morirá otro loco:
de la sangre de sus ojos nadie sino la tumba
sabrá mañana nada.

El loquero sabe el sabor de mi orina
y yo el gusto de sus manos surcando mis mejillas
ello prueba que el destino de las ratas
es semejante al destino de los hombres.


Leopoldo María Panero