viernes, 28 de noviembre de 2008
Aún queda gente buena
Hace unas semanas recibí una carta certificada. Dentro estaba el libro del Kebrantaversos, “Satélite de inhóspito planeta”, un recopilatorio de relatos y poesías del Kebran, esto es, de Andrés Ramón Pérez Blanco. Recuerdo que lo agarré y lo metí en la bolsa, luego tomé el tren hacia la universidad y, una vez sentado, abrí el paquete y me puse a leer.
Cuando me quise dar cuenta, ya estaba en mi parada. Salí del vagón todavía con el libro entre las manos y fui al encuentro de un amigo, que me preguntó que qué coño hacía leyendo y caminando a la vez. Atónito, guardé de nuevo el libro en la mochila y le respondí que no lo sabía.
De noche, ya en casa, volví a sacarlo y entonces me di cuenta de que estaba dedicado. El Kebran me pedía que lo leyese con el mismo cariño con el que estaba hecho. Y vive Dios que lo hice.
Perdón por la tardanza, Kebran, no me la tengas en cuenta cuando nos crucemos. Y te debo por lo menos tres cañas. Cuando yo me decida a publicar algo, cuando tenga tus agallas, seguro serás el primero en recibir mi obra.
Alberto Clavería Baranda.
martes, 25 de noviembre de 2008
"Qué hace una mirada como tú en un sitio como este?", de Alberto Clavería
Las miradas que no se balancean de tus ojos
lanzan los puños que rompen los espejos
y se despiertan a mediodía
intentando no recordar a dónde fueron la noche anterior.
Luego beben e intentan olvidarlo todo.
Para media tarde ya se han ido de compras
y se prueban nuevos amores
(mientras tanto, las miradas que me corresponden a mí
esperan fuera
fumando un cigarro tan corto que
cuando se acaba
no pueden hacer otra cosa que encender otro).
Las miradas que no son para mí
se pasean escogiendo sin sentirse culpables,
pues cobraron ayer
y van a sacar la VISA de cariño a pasear.
Al llegar a casa, llaman a sus miradas amigas
y organizan una reunión de tuppersex.
Mis miradas traen canapés y vasitos
de moscatel,
ignorando lo que de todas formas
ya saben:
que si no pasaron antes por el mercado,
eso significa que tus miradas
se van a comer a las mías
a nada que se pasen un poquito con los chupitos.
Alberto Clavería
lanzan los puños que rompen los espejos
y se despiertan a mediodía
intentando no recordar a dónde fueron la noche anterior.
Luego beben e intentan olvidarlo todo.
Para media tarde ya se han ido de compras
y se prueban nuevos amores
(mientras tanto, las miradas que me corresponden a mí
esperan fuera
fumando un cigarro tan corto que
cuando se acaba
no pueden hacer otra cosa que encender otro).
Las miradas que no son para mí
se pasean escogiendo sin sentirse culpables,
pues cobraron ayer
y van a sacar la VISA de cariño a pasear.
Al llegar a casa, llaman a sus miradas amigas
y organizan una reunión de tuppersex.
Mis miradas traen canapés y vasitos
de moscatel,
ignorando lo que de todas formas
ya saben:
que si no pasaron antes por el mercado,
eso significa que tus miradas
se van a comer a las mías
a nada que se pasen un poquito con los chupitos.
Alberto Clavería
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