Tú y yo nos hemos de encontrar en
los acantilados del fin del mundo,
allí donde las noches
vacían los vasos,
los pintores se rinden ante el lienzo en blanco
y los reyes abdican.
Tú y yo sabremos de todo lo malo,
de callejones sin farolas,
conoceremos el destino
aunque la brújula se haya perdido,
tú y yo viajaremos
-en lo que dura un pestañeo-
hasta el rincón de las cosas
que jamás quisieron ser halladas.
Tú y yo
aprenderemos a ser más que nadie,
a engañar al Tiempo
poniendo cara de buenos,
tú y yo nos entrelazaremos
para ponérselo difícil a La Parca,
y seremos un mismo ser
sin que nos importe la ríada,
tú y yo buscaremos rastros en el
amanecer, intentando encontrar en el firmamento
aquello que nunca tuvimos
entre las manos.
Pero lo más triste es que
tú y yo jamás de los jamases
lograremos mirarnos
a los ojos.
Alberto Clavería
los acantilados del fin del mundo,
allí donde las noches
vacían los vasos,
los pintores se rinden ante el lienzo en blanco
y los reyes abdican.
Tú y yo sabremos de todo lo malo,
de callejones sin farolas,
conoceremos el destino
aunque la brújula se haya perdido,
tú y yo viajaremos
-en lo que dura un pestañeo-
hasta el rincón de las cosas
que jamás quisieron ser halladas.
Tú y yo
aprenderemos a ser más que nadie,
a engañar al Tiempo
poniendo cara de buenos,
tú y yo nos entrelazaremos
para ponérselo difícil a La Parca,
y seremos un mismo ser
sin que nos importe la ríada,
tú y yo buscaremos rastros en el
amanecer, intentando encontrar en el firmamento
aquello que nunca tuvimos
entre las manos.
Pero lo más triste es que
tú y yo jamás de los jamases
lograremos mirarnos
a los ojos.
Alberto Clavería
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