Tengo una corona
que no es de oro
ni tiene joyas preciosas engarzadas:
es de espinos y herrumbre oxidada.
Cada vez que me la intento sacar
de la cabeza
me pincho los dedos
y la sangre fluye lentamente por
la palma de la mano hasta
los brazos pasando por
las muñecas hasta llegar a
los codos y de ahí
no sé muy bien a dónde va,
solamente sé que me quedan las cicatrices,
esas que vuelvo a mirar fijamente
cada vez que vuelvo a pensar en
quitarme la corona.
Alberto Clavería
que no es de oro
ni tiene joyas preciosas engarzadas:
es de espinos y herrumbre oxidada.
Cada vez que me la intento sacar
de la cabeza
me pincho los dedos
y la sangre fluye lentamente por
la palma de la mano hasta
los brazos pasando por
las muñecas hasta llegar a
los codos y de ahí
no sé muy bien a dónde va,
solamente sé que me quedan las cicatrices,
esas que vuelvo a mirar fijamente
cada vez que vuelvo a pensar en
quitarme la corona.
Alberto Clavería
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