sábado, 29 de marzo de 2008

"Romance del torero" de Alberto Clavería



Ahí a lo lejos se calzan ya las botas
para no pensar, para no cagarla,
se ve que están cansados de beber de botellas rotas
y olvidarse las palabras.
Luego se miran a los ojos,
como corderos que acabarán degollados,
y entonces descorren los cerrojos
para enfrentarse a la arena y al coso embarrado.

Lo mejor es verles pelear,
de sol a sol y sin mirar al tendido
mientras escuchan a los espectadores menear
el hielo de sus vasos de cristal fino.
Es el momento de escupir y seguir sudando
enfrentándose a la bestia que un día acabará
por conocer el sabor de la sangre matando
y embistiendo aquello que ha de perdurar.

Alberto Clavería

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