Hace años,
andando por Barcelona,
sin rumbo ni meta,
me senté en un banco del Paseo de Gràcia
a fumar un cigarrillo
con el firme propósito
de no pensar nunca más.
(Por aquel entonces
yo aún construía las escaleras
empezando por la parte de abajo
y con suficiente material para acabarlas.)
Se levantó algo de aire
y el viento trajo hasta mis pies una nota de papel.
La cogí y la leí en voz alta.
(Después, me dediqué a hacer equilibros
suspendido en el vacío,
y es que por aquellos tiempos
me dedicaba a construir las escaleras por la parte de arriba.)
El papelito decía
“Hombre dulce, amarás lo amargo”.
(Y ahora, ahora estoy entre aquí y ninguna parte
pues esta escalera la inicié por el medio,
y ya avance por arriba o por abajo
me voy a despeñar.)
Alberto Clavería
andando por Barcelona,
sin rumbo ni meta,
me senté en un banco del Paseo de Gràcia
a fumar un cigarrillo
con el firme propósito
de no pensar nunca más.
(Por aquel entonces
yo aún construía las escaleras
empezando por la parte de abajo
y con suficiente material para acabarlas.)
Se levantó algo de aire
y el viento trajo hasta mis pies una nota de papel.
La cogí y la leí en voz alta.
(Después, me dediqué a hacer equilibros
suspendido en el vacío,
y es que por aquellos tiempos
me dedicaba a construir las escaleras por la parte de arriba.)
El papelito decía
“Hombre dulce, amarás lo amargo”.
(Y ahora, ahora estoy entre aquí y ninguna parte
pues esta escalera la inicié por el medio,
y ya avance por arriba o por abajo
me voy a despeñar.)
Alberto Clavería
2 comentarios:
La escala de Jacob,
la escalera de san Alejo,
las escaleras de Escher
y las escaleras de ACB
"hombre dulce, amarás lo amargo"... vaya, me gustó mucho ese verso/sentencia.
Saludos.
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