Llegué tarde y pregunté
si la partida ya había acabado.
No es que quisiera jugar,
era solo para cortar el hielo.
Un tío me cogió por banda y me dijo
que habían estado jugando al póker francés,
que era "una variación ya extinta del
póker caribeño, con tres manos destapadas..."
y docenas de datos más que no recuerdo.
El tío parecía controlar del tema,
y de pronto me dijo
"Mira, yo apenas sé jugar,
si quieres montamos una partida pequeñita
y nos jugamos algo de dinero."
Vi sus ojos,
de color verde tapete
y olor a humo
de cien puros
y le dije que no.
Una vez más
la vida había querido desplumarme
pero yo ya había salido desplumado
de otra casa:
la mía.
Alberto Clavería
si la partida ya había acabado.
No es que quisiera jugar,
era solo para cortar el hielo.
Un tío me cogió por banda y me dijo
que habían estado jugando al póker francés,
que era "una variación ya extinta del
póker caribeño, con tres manos destapadas..."
y docenas de datos más que no recuerdo.
El tío parecía controlar del tema,
y de pronto me dijo
"Mira, yo apenas sé jugar,
si quieres montamos una partida pequeñita
y nos jugamos algo de dinero."
Vi sus ojos,
de color verde tapete
y olor a humo
de cien puros
y le dije que no.
Una vez más
la vida había querido desplumarme
pero yo ya había salido desplumado
de otra casa:
la mía.
Alberto Clavería
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