El enemigo no está aquí: las sombras.
No sé si ha huído al mar o aulla en la montaña
perdido entre lobos o pegando, por sentir algo
el desnudo cuerpo a un roble.
Su idea
cae de mi cabeza con el hacha que poda
una tras otra las ramas
del árbol en que la locura cantara, el buho:
es el otoño en mi cabeza.
Las palabras libertad, patria suenan ahora como el grillo
o como la puerta que el viento no conmueve: mañana
con mis cabellos encenderé la hoguera.
Dos pájaros
pelean en lo alto con sus picos.
Temo morir.
Temo morir más que en la batalla
temo perder el ser, vencida la batalla
por medio de este ruido sigiloso.
Temo que caiga el nombre
/como del muro
el revoco, el papel, el dibujo. ¿Qué es la noche?
¿Qué es el buho? ¡Si un perro ladrara!
Si un perro ladrara devolviéndome algo
del candor del estruendo, de
la vid de la batalla.
El ejército ruso no pudo con mi espada:
el silencio, sí.
Leopoldo María Panero
No sé si ha huído al mar o aulla en la montaña
perdido entre lobos o pegando, por sentir algo
el desnudo cuerpo a un roble.
Su idea
cae de mi cabeza con el hacha que poda
una tras otra las ramas
del árbol en que la locura cantara, el buho:
es el otoño en mi cabeza.
Las palabras libertad, patria suenan ahora como el grillo
o como la puerta que el viento no conmueve: mañana
con mis cabellos encenderé la hoguera.
Dos pájaros
pelean en lo alto con sus picos.
Temo morir.
Temo morir más que en la batalla
temo perder el ser, vencida la batalla
por medio de este ruido sigiloso.
Temo que caiga el nombre
/como del muro
el revoco, el papel, el dibujo. ¿Qué es la noche?
¿Qué es el buho? ¡Si un perro ladrara!
Si un perro ladrara devolviéndome algo
del candor del estruendo, de
la vid de la batalla.
El ejército ruso no pudo con mi espada:
el silencio, sí.
Leopoldo María Panero
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