Ese tanto hablar de ti
cuando no te tengo a tiro,
esas manos bajo la mesa,
ese derramar copas de vino.
Esa tregua indefinida,
esas horas menos cuarto,
ese no saber qué decir
ni cómo hacerlo ni cuándo.
Ese resignarse a perder los trenes
cuando aún no es tan tarde,
ese arañarte la espalda,
ese limpiar en balde.
Ese escorarme demasiado a un lado,
ese suspirar medio agilipollado,
esas miradas a los ojos,
ese tercer grado.
Esa eléctrica corriente,
ese ver cuánto queda,
ese comparar precios,
ese cansarse de la espera.
Ese envolver regalos
que nadie querrá,
esos “vienes o no vienes”,
todos esos cazos a rebosar…
Espero que mañana
queden hechos trizas
Alberto Clavería
1 comentario:
Perfecto.
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